La Artritis Reumatoide es una enfermedad autoinmune inflamatoria crónica caracterizada por afectación de las articulaciones y con implicaciones sistémicas, que también puede afectar a otros puntos de nuestro cuerpo. Factores genéticos y ambientales interactúan entre sí y son el origen de la enfermedad incluso varios años antes de que el paciente presente síntomas. Es decir, que personas que están genéticamente predispuestas y factores ambientales, pueden llevar a trastornos del sistema inmunitario (sistema de defensa de nuestro organismo) y favorecer el desarrollo de la enfermedad. Tanto el tabaquismo, la contaminación del aíre, el polvo, la dieta y las infecciones son factores ambientales que contribuyen al desarrollo de la Artritis Reumatoide.
La dieta y los nutrientes han recibido especial atención como posibles factores ambientales que influyen tanto en el origen como en el curso de la Artritis Reumatoide. Los hábitos alimenticios podrían representar un riesgo para la enfermedad o bien un protector en función de las propiedades de los diferentes alimentos. Por ejemplo, las carnes rojas, la sal y el consumo excesivo de calorías tendrían efectos a favor de la inflamación y, por el contrario, el aceite de oliva virgen, el pescado, la fruta y otros podrían reducir la inflamación. Además, la dieta es un factor importante que influye en la composición del microbioma o flora intestinal, que está involucrado en el desarrollo de la enfermedad. Los cambios en el microbioma, influenciados por la dieta, pueden aumentar la permeabilidad intestinal y causar la propagación de la inflamación en las articulaciones.
La mayoría de las enfermedades crónicas están fuertemente influenciadas por la nutrición. Diferentes nutrientes pueden modular el estado inflamatorio de los humanos y los alimentos pueden tener y clasificarse como antiinflamatorios o proinflamatorios.
En general, los hidratos de carbono y las grasas tienen un efecto proinflamatorio y, por el contrario, un alto consumo de fibra y los ácidos grasos poliinsaturados(omega-3, presentes principalmente en el pescado) tienen un efecto antiinflamatorio.
La dieta Mediterránea incluye principalmente verduras, cereales sin refinar, frutas, legumbres, pescados, aceite de oliva virgen extra, con toma moderada de huevos, aves y productos lácteos y bajo consumo de azúcares refinados y carnes rojas. También incluye un poco de vino tinto, hierbas y especias, que han demostrado sus propiedades antiinflamatorias. Las propiedades protectoras de la dieta mediterránea están relacionadas con los efectos antiinflamatorios y antioxidantes, protege contra la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y puede, potencialmente, detener el desarrollo y progresión de la Artritis Reumatoide.
Los efectos antiinflamatorios del aceite de oliva virgen extra no se han observado con el aceite de maíz ni con el aceite de oliva no virgen. El consumo abundante de frutas y verduras incluidas en la dieta mediterránea, tienen propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. Por ejemplo, el tomate es uno de los antioxidantes más potentes y tiene efectos beneficiosos sobre el riesgo cardiovascular reduciendo el “colesterol malo” (LDL) y los factores de la inflamación. Las patatas, como principal aporte de almidón de la dieta mediterránea, proporcionan nutrientes claves para la dieta (Vitamina C, potasio y fibra dietética), su consumo disminuye la presión arterial, mejora el perfil de grasas en la sangre y disminuye los marcadores de la inflamación.
El consumo excesivo de carnes rojas y proteínas se han asociado a mayor riesgo de desarrollar artritis inflamatoria. De igual forma el consumo excesivo de sal en la dieta, común en los países occidentales, se ha relacionado con mayor riesgo de Artritis Reumatoide.
Hasta la fecha, los datos sobre la leche y los productos lácteos son controvertidos. Sin embargo, no deberemos menospreciar el efecto protector de estos componentes por su aporte de vitamina D.
Algunos estudios han investigado el papel potencial de las especias en la Artritis Reumatoide. Los autores concluyen que suplementos con ajo, jengibre, canela o azafrán se han asociado a una disminución de la actividad clínica, sin embargo no existe un cuerpo de evidencia sólido sobre este aspecto.
Se ha demostrado que el alto consumo de bebidas azucaradas también se ha relacionado con el desarrollo de Artritis Reumatoide. Por otro lado, tanto la obesidad, como el aumento del IMC y la circunferencia de la cintura, son factores de riesgo de la Artritis Reumatoide.
Una dieta mediterránea es el patrón dietético más recomendado para los pacientes con Artritis Reumatoide, junto con alto consumo de pescado graso (sardinas, salmón, lubina, trucha) por sus propiedades antiinflamatorias. El consumo de carnes rojas debe limitarse (1-2 veces al mes), el consumo de aceite de oliva debe ser diario. El pescado graso debería tomarse 1 a 2 veces por semana. Cada semana deberemos consumir otros tipos de pescados, aves de corral, alto consumo de grano integral y legumbre y, diariamente, consumir frutas y verduras, preferiblemente de temporada y frescas.
Las bebidas azucaradas, la sal, el alcohol y el café deberían evitarse o consumir con moderación. Algunos estudios evidencian efectos positivos de los zumos de frutas frescas.
Realizar actividad física de manera continuada y un estilo de vida saludable deberán complementar a la dieta para controlar el peso y la composición corporal. Lograr un peso adecuado es un objetivo importante ya que se ha visto que la obesidad y el sobrepeso tienen un impacto negativo sobre la actividad de la Artritis Reumatoide, el logro de la remisión y la eficacia del tratamiento.
El consumo de sal y azúcar deberá reducirse especialmente en pacientes en tratamiento con corticoides. Los suplementos de vitamina D son importantes para la salud de los huesos de aquellos pacientes con Artritis Reumatoide.
En el contexto de la medicina personalizada, los pacientes pueden tener un papel más activo en el manejo de su propia enfermedad. Los pacientes, a menudo, están interesados en estrategias de autogestión para mejorar sus síntomas, independientemente de un correcto cumplimiento con el tratamiento farmacológico pautado por su médico. Recomendaciones sobre los hábitos dietéticos, qué alimentos pueden tomar o no, son preguntas frecuentes en las consultas médicas.
Una dieta equilibrada no reemplaza el tratamiento farmacológico de la Artritis Reumatoide, pero al menos debe usarse como un adyuvante del tratamiento médico, y estudios realizados en pacientes con Artritis Reumatoide ofrecen pruebas que respaldan esto.
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