La Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII), en la que se incluye la enfermedad de Crohn y la Colitis Ulcerosa, es un trastorno inflamatorio gastrointestinal crónico cuyo origen no está exactamente claro a día de hoy. Se cree que existe una interacción compleja entre el microbioma, factores ambientales y el sistema inmunitario de personas que están genéticamente predispuestos.
Uno de los factores ambientales modificables que más interés ha cobrado en los últimos años es la alimentación. Se cree que el aumento de casos de EII está asociado a una “dieta occidental” que se caracteriza por alto consumo de grasas, azúcares añadidos, carnes y alimentos ultraprocesados (UPF por sus siglas en inglés Ultra-processed foods). A nivel mundial existe una disminución de consumo de comida casera y mayor consumo de alimentos ultraprocesados que equivalen a platos preparados o comida rápida.
En la actualidad, en los países occidentales los alimentos ultraprocesados representan casi el 50% del aporte de energía en la dieta y, por lo tanto, son una característica importante de la “dieta occidental”. Estos alimentos se caracterizan por mayor contenido en sal, grasa, azúcar y presencia de diferentes aditivos alimentarios y se forman a través de varios proceso industriales. La evidencia científica sugiere que los ingredientes y aditivos no nutritivos (conservantes, estabilizantes, espesantes, emulsionantes, edulcorantes y colorantes) presentes en estos alimentos ultraprocesados pueden afectar negativamente a diferentes componentes de la barrera intestinal, como el microbioma, la capa de mucosa, etc. Alterar la barrera intestinal puede hacer que el sistema inmunitario (o sistema de defensa de nuestro organismo) se enfrente a mayor exposición bacteriana lo que puede llevar a que tenga una respuesta inmunitaria anómala.
El objetivo de la creación de productos ultraprocesados es hacer que los alimentos sean más apetecible, listos para el consumo, altamente rentables y con vida útil prolongada.
El consumo de alimentos ultraprocesados se ha asociado a enfermedades no transmisibles como son la obesidad, enfermedades cardiovasculares, el síndrome metabólico y también a la Enfermedad Inflamatoria Intestinal Crónica (Crohn o Colitis Ulcerosa). Los factores ambientales que se consideran asociados a la EII son el tabaquismo, el uso de antibióticos, el alto nivel de higiene y la dieta.
Una nueva publicación revisa la evidencia disponible sobre el papel de los alimentos ultraprocesados y sus componentes en el aumento de los casos de EII.
Esta revisión nos muestra que cambios en la dieta son una estrategia prometedora que debe incorporarse al tratamiento para el control de la EII. Más de la mitad de los pacientes con EII indican haber cambiado su dieta en respuesta de los síntomas de su enfermedad.
A lo largo de los años se han diseñado muchas dietas de exclusión, que se basan en evitar ciertos componentes dietéticos que puedan afectar a la barrera intestinal. En todas estas dietas se excluyen los alimentos ultraprocesados. Las dietas de exclusión de la enfermedad de Crohn eliminan carnes procesadas y productos que contienen emulsionantes o productos enlatados. La “Dieta del protocolo autoinmune” excluye el café el alcohol, los aceites, los azúcares refinados y los aditivos alimentarios.
Los datos clínicos y preclínicos que son limitados y que se han resumido en esta nueva revisión sugieren que reducir la ingesta de ultraprocesados podría ser una estrategia dietética beneficiosa para los pacientes con EII ya que los ultraprocesados pueden afectar la barrera intestinal de forma negativa. Sin embargo, los datos en humanos a día de hoy son limitados y se necesitan más estudios para evaluar el potencial de nuevas estrategias dietéticas. Mientras es sensato aconsejas a los pacientes con Eii que reduzcan la ingesta de alimentos ultraprocesados.
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