Se sabe que los síntomas motores de la enfermedad de Parkinson pueden variar a lo largo del día, siendo diferente la actividad durante la mañana en relación a la actividad global de todo un día y que esta variación se relaciona con la gravedad de la enfermedad.
También se ha informado de variaciones diurnas en síntomas no motores, tales como cambios en la presión arterial, la frecuencia cardíaca, los trastornos psicológicos y los trastornos del sueño a lo largo del día.
Por otro lado, en la práctica clínica, también se ha observado que la gravedad de los síntomas puede cambiar a lo largo de las diferentes estaciones climatológicas. Parece que los síntomas son menos pronunciados cuando el clima es más cálido es decir durante el verano y que pueden empeorar durante el invierno que existe menos tiempo con luz natural.
A pesar de estos conocimientos, todavía no están claras las posibles fluctuaciones o cambios de los síntomas de Parkinson a lo largo de las diferentes estaciones climatológicas. Por este motivo, un grupo de investigadores se propuso realizar un estudio internacional para valorar el posible efecto del cambio estacional sobre los síntomas no motores de la enfermedad de Parkinson.
La impresión subjetiva tanto de los pacientes como de los profesionales de la salud es que existen diferencias estacionales en los síntomas no motores de la enfermedad de Parkinson. De tal forma que lo pacientes tienen mayores quejas durante los meses de invierno que en los de verano. Estos cambios no coincidieron con la cantidad de medicación.
Las quejas y puntuaciones que ayudaron a la valoración de los síntomas no motores se determinó en relación a los cambios en el sistema cardiovascular (presión arterial y ritmo cardíaco), las caídas, las alucinaciones y problemas de percepción, la fatiga y el sueño.
Sorprendentemente las puntuaciones en relación a la depresión, que potencialmente podrían explicar estas diferencias, ya que los pacientes deprimidos podrían inclinarse a responder negativamente a todas las preguntas, no tuvieron relación con el cambio estacional.
En conclusión, según los resultados de este estudio, se observan diferencias estacionales en los síntomas no motores de la enfermedad de Parkinson, es decir que cambian a lo largo del año de tal forma que los pacientes presentan un empeoramiento de los síntomas durante el invierno en comparación con los meses de verano. Estos cambios podrían explicarse por una alteración del “reloj biológico” en los pacientes de Parkinson.
La variación mayor estuvo presente entre los síntomas cardiovasculares, alteraciones del sueño y alucinaciones. Además, estos cambios no dependían de la cantidad de medicación dopaminérgica.
Se necesitan más estudios para confirmar los posibles cambios estacionales entre los síntomas motores y no motores de la enfermedad de Parkinson ya que el conocimiento de estas variaciones podría ayudar a determinar cambios apropiados y ajustes más personalizados de los tratamientos.