Una revisión de la literatura científica publicada hasta el momento describe los trastornos más comunes a nivel ocular/visual de la enfermedad de Parkinson.
La enfermedad de Parkinson incluye los síntomas motores característicos de esta enfermedad tales como: rigidez, lentitud de movimientos e inestabilidad postural. Por otro lado, también se han descrito síntomas no motores como son los trastornos del sueño, hiposmia, dolor, estreñimiento, síntomas urinarios, disfagia, etc.
La enfermedad de Parkinson también puede afectar al sistema ocular. Los síntomas visuales pueden interferir la actividad de la vida diaria y su calidad de vida de manera importante. Los síntomas visuales más frecuentes en la enfermedad de Parkinson pueden ser los siguientes:
- Pérdida de la agudeza visual
- Visión borrosa, o con dificultad para enfocar y visión doble
- Alteraciones del movimiento de los ojos y disminución de la frecuencia del parpadeo o incluso problemas para mantener el ojo abierto
- Ojo seco o disminución de la producción de lágrimas
- Lagrimeo excesivo
- Sensación de cuerpo extraño
- Sensibilidad a la luz
- Inflamación de los párpados y obstrucción de las glándulas de Meibomio (o glándulas sebáceas que están en los párpados) formándose lo que conocemos como orzuelo
- Disminución de la sensibilidad al contraste y discriminación de colores
- Alteraciones en la visión espacial, de la percepción y alucinaciones visuales (percepción de algo sin que exista)
Los trastornos oculares presentes en los pacientes de Parkinson pueden ser debidos al proceso degenerativo de la propia enfermedad y, en estos casos, a menudo responden positivamente al traamiento con dopamina. Sin embargo, este tipo de alteraciones también pueden aparecer como efectos secundarios de algunos fármacos utilizados para el control de la propia enfermedad de Parkinson.
En las visitas de control con el especialista, tanto los pacientes como los profesionales de la salud no suelen hablar mucho de los problemas visuales/oculares.
Los trastornos visuales afectan a la vida diaria de estos pacientes, especialmente a las caídas y a la conducción de un automóvil.
Por todo esto, es importante identificar y tratar precozmente los trastornos oculares o visuales en las personas con Parkinson ya que esto nos permite un tratamiento más personalizado, prevenir un deterioro y una discapacidad innecesaria y mejorar la calidad de vida de estos pacientes. Por lo tanto, se recomienda un seguimiento oftalmológico, al menos una vez al año.
Si tienes problemas en la vista o en los ojos ¡consulta con tu médico!