“Lo que toda mujer con Esclerosis Múltiple debería saber”. Este era el subtítulo de un reciente editorial publicado en la revista Neurology, y que venía a llamar la atención sobre la necesidad de vigilancia y consejo para evitar problemas sobre feto y embarazo ante la llegada de los nuevos tratamientos orales. El artículo se publicó en el mismo número de la revista en que se analizaban los datos de embarazos acontecidos en los estudios clínicos de fingolimod.
Hasta la llegada de los nuevos fármacos orales, fingolimod, teriflunomida y dimetil fumarato, la teratogenicidad (capacidad de un fármaco de causar daño al feto) de los tratamientos para la Esclerosis Múltiple, no se consideraba como un problema mayor. Esto es algo extraño teniendo en cuenta que la enfermedad afecta con mayor frecuencia a mujeres en edad de tener hijos.
Los tratamientos disponibles hasta ese momento como el interferón ß y el acetato de glatirámero (Copaxone) son moléculas grandes, apenas detectables en la circulación y que no tienen mecanismos de transporte activos para atravesar la placenta y llegar al feto. El natalizumab a pesar de ser una molécula grande, si tiene mecanismos de transporte a través de la placenta, pero sólo después del primer trimestre de embarazo, cuando la fase crítica de formación de los órganos del feto ya se ha completado.
Estos tratamientos se han asociado a tasas aumentadas de abortos espontáneos en estudios con animales, aunque habitualmente a dosis proporcionalmente mayores que las que se usan en personas. Es por ello que en sus fichas técnicas (resumen oficial de las características del producto), se incluye la recomendación de valorar el abandono del tratamiento si se persigue el embarazo o se queda embarazada, o de utilizar métodos anticonceptivos si se mantiene el tratamiento.
Los nuevos fármacos orales son moléculas pequeñas que fácil y rápidamente pueden difundir a través de la placenta. El potencial para provocar malformaciones y anomalías fetales de alguno de ellos como el caso del fingolimod ha quedado documentado en los estudios clínicos de registro.
Además del riesgo que implica para el feto el tratamiento en caso de embarazo, hay que tener en cuenta el tiempo que permanecen en el organismo desde que dejan de tomarse. El fingolimod entre 6 y 8 semanas, y la teriflunomida hasta 2 años. Por este motivo, antes de iniciar tratamiento se debe tener constancia de que no existe embarazo, utilizar métodos anticonceptivos adecuados durante el tratamiento y dejar el tratamiento por lo menos dos meses antes de planificar el embarazo en el caso de fingolimod o recurrir a métodos para eliminar de forma rápida la teriflunomida ya que puede permanecer en el organismo hasta 2 años.
A pesar de que el dimetil fumarato se elimina más rápidamente, y no hay datos de teratogenicidad tan concluyentes, la recomendación de no utilizarlo durante el embarazo y de utilizar anticonceptivos adecuados durante el tratamiento también es aplicable a este fármaco.
Langer-Gould AM. The pill times 2: What every woman with multiple sclerosis should know. Neurology 2014;82:654–655 . http://goo.gl/FaFXEWAccesos a los resúmenes oficiales de características de producto e información para el público general de:
- Interferón beta-Ia (Avonex®, Rebif®) y beta-Ib (Betaferon®, Extavia®)
- Acetato de glatiramer (Copaxone®)
- Natalizumab (Tysabri® )
- fingolimod (Gilenya®)
- Teriflunomida (Aubagio®)
- Dimetil Fumarato (Tecfidera®)