La existencia de brotes o recaídas cognitivas aisladas en personas con esclerosis múltiple (EM) ha sido objeto de debate. Ahora un estudio demuestra que pueden existir en personas que, por otra parte, no sufren progresión de la discapacidad física.
Es bien sabido que el deterioro cognitivo es común en las personas con esclerosis múltiple, afectando al 40%-65% de la población, siendo la velocidad de procesamiento de la información y la memoria episódica las más comúnmente afectadas. Tradicionalmente, para diagnosticar una recaída clínica se utiliza un cambio en la exploración física o un cambio en la Escala Expandida del Estado de Discapacidad (EDSS), ya que los síntomas físicos se consideraban el sello distintivo de los síntomas de recaída. Múltiples estudios han demostrado que pueden producirse cambios cognitivos agudos durante una recaída o brote de la EM, apoyando el concepto de brote cognitivo aislado. Las pruebas sugieren que la recuperación de estos brotes es a menudo incompleta y puede contribuir al empeoramiento cognitivo progresivo en las personas con EM, de forma similar al patrón observado con los síntomas físicos o los cambios en la EDSS.
El estudio que ahora se ha presentado pretende examinar las recaídas cognitivas, valoradas en función del declive en la Prueba de Modalidades Digitales Simbólicas (SDMT) pero sin cambios en la Escala Expandida del Estado de Discapacidad (EDSS).
Este estudio de cohorte prospectivo de 3 años identificó a las personas con EM que experimentaron una afectación en las pruebas cognitivas. Los participantes con algún deterioro cognitivo pero con EDSS estable fueron etiquetados como de haber sufrido un «Brote Cognitivo Aislado», mientras que aquellos con un descenso correspondiente en EDSS fueron clasificados como «Brote con Declive Cognitivo».
La cohorte completa tenía 592 participantes. 83 experimentaron recaídas o brotes de algún tipo; 22 (26,5%) tuvieron una disminución de SDMT de ⩾ 8 puntos; de los que14 (63,6%) cumplieron los criterios de brote cognitivo aislado. Por otra parte, 40 participantes tuvieron brotes cognitivos con disminución de la SDMT ⩾ 4 puntos; de ellos 26 (65%) tenían una EDSS estable por lo que reunían los criterios establecidos para un brote cognitivo aislado.
Los resultados de este estudio son relevantes ya que por primera vez, se muestran pruebas tangibles de la existencia de brotes cognitivos aislados en un estudio prospectivo en personas con EM. Aunque siguen existiendo dudas sobre cuál es el mejor medio para reconocer cambios cognitivos significativos en personas con EM, los datos sugieren que la cognición es un componente único del cuadro clínico de la EM y es capaz de progresar independientemente de la disfunción física. Las implicaciones de esta investigación son clínicamente relevantes, ya que obligan a considerar cómo se define la actividad de la enfermedad y, a la inversa, la estabilidad o la falta de actividad de enfermedad. Además, si el deterioro cognitivo agudo aislado se considera realmente una prueba suficiente de la actividad de la enfermedad, la investigación futura tendrá que determinar qué tipo de intervenciones (por ejemplo, medicinales o de rehabilitación) están indicadas.