Un estudio sugiere que las personas con alteraciones en el olfato o el gusto pueden tener 2,5 veces más riesgo de desarrollar enfermedad de Parkinson.
El diagnóstico de la enfermedad de Parkinson se realiza principalmente por la evaluación de los síntomas motores. Sin embargo, los síntomas no motores están ganando mayor atención debido a su potencial para identificar a estos pacientes de forma anticipada a la aparición de las manifestaciones motoras de esta enfermedad.
Se ha informado que la pérdida del olfato es uno de los principales síntomas no motores de la enfermedad de Parkinson, de tal forma que hasta un 90% de los pacientes pueden presentar alteraciones o pérdida del olfato y ésta precede a la aparición de los síntomas motores de esta enfermedad.
Para conocer la frecuencia con la que se presenta estas alteraciones y el potencial diagnóstico de la enfermedad de Parkinson en personas con trastornos del olfato y del gusto se ha realizado un estudio en el que se evalúa a 474 personas a los que se les había diagnosticado perdida del olfato y/o gusto de causa desconocida.
En el momento de la primera evaluación clínica los pacientes ya habían experimentado una reducción o pérdida del olfato o gusto durante un periodo promedio de 4,6 años.
Los pacientes que desarrollaron Parkinson informaron una disminución en la función olfativa y gustativa de causa desconocida con mayor frecuencia que los pacientes que no padecían Parkinson.
Los investigadores concluyen que: «los pacientes con una disminución de la función olfativa o gustativa desarrollaron la enfermedad de Parkinson con una tasa significativamente más alta en comparación con los pacientes con función del olfato o gusto estables».
“Podemos mejorar la estratificación de personas con riesgo de enfermedad de Parkinson con la asignación de pruebas olfatorias o gustativas y posterior seguimiento a largo plazo”