El insomnio y los problemas del sueño son un trastorno frecuente en las personas con Esclerosis Múltiple (EM). Si bien la terapia cognitiva conductual es un tratamiento recomendado para el insomnio crónico, su eficacia en personas con EM no está claro. Los resultados de un estudio piloto recién publicado permiten suponer que este tipo de tratamiento psicológico puede ser de gran ayuda en personas que padecen alteraciones del sueño vinculadas con su EM.
Casi el 70% de las personas con esclerosis múltiple (EM) manifiestan tener trastornos del sueño, que en un 40% o más pueden considerarse como insomnio crónico; esto es dificultad para conciliar el sueño, mantenerlo o despertarse temprano al menos 3 noches por semana durante los últimos 3 meses. Los trastornos del sueño en la EM pueden tener relación con la desmielinización o degeneración de áreas del cerebro que controlan el sueño o por factores físicos y psicológicos asociados a la enfermedad como el dolor, espasticidad, medicamentos, ansiedad, depresión y problemas de incontinencia. La fatiga, que puede considerarse el síntoma más común y que es referido hasta por el 90% de personas con EM, acompaña con gran frecuencia al insomnio. Las alteraciones del sueño se han asociado a un aumento de percepción de fatiga en personas con EM y ambos síntomas pueden estar relacionados con el aumento de citoquinas proinflamatorias en el sistema nervioso central.
El ensayo piloto publicado evaluó la viabilidad y el efecto del tratamiento con terapia cognitiva conductual para mejorar la calidad del sueño y la fatiga en personas con EM y síntomas de insomnio. En este estudio preliminar participaron treinta y tres individuos con EM con síntomas de insomnio y que fueron distribuidas de forma aleatoria en tres grupos; uno recibió sesiones de terapia conductual durante 6 semanas, un grupo control y un último grupo que participó en una sesión única de educación del sueño. Los participantes completaron encuestas para evaluar la calidad del sueño, la fatiga, autoeficacia del sueño, depresión y ansiedad.
Este estudio preliminar es el primero que demuestra prospectivamente que la terapia cognitivo conductual es viable en personas con EM y produce mejoras prometedoras en la severidad del insomnio, la calidad del sueño, la autoeficacia del sueño y los síntomas comórbidos de fatiga, depresión y ansiedad. Se necesitan estudios futuros para determinar los mecanismos de estas mejoras y ampliar conocimiento sobre las características de las personas con EM que pueden beneficiarse más de la terapia conductual. No obstante, dadas las mejoras moderadas a grandes experimentadas también por el grupo que recibió educación breve, y la dificultad de acceso debido el número limitado de especialistas en terapia conductual del sueño, el recurso a este tipo de tratamiento cuando fracasa la educación del sueño proporcionada por otros medios podría ser una estrategia razonable.