La enfermedad de Crohn es una enfermedad inflamatoria intestinal crónica de origen desconocido que puede afectar a cualquier parte del tracto gastrointestinal, desde la boca hasta el ano. Es una enfermedad debilitante que alterna períodos de remisión o ausencia de síntomas y momentos de brote en los que reaparecen los síntomas por actividad de la enfermedad, que a veces requieren hospitalización y afectan significativamente al bienestar general del paciente.
El estrés psicológico surge de la interacción entre el individuo y su entorno. Se percibe como la aparición de una amenaza que compromete potencialmente su bienestar. También puede deberse a una inadaptación al medio ambiente, lo que puede afectar tanto la salud física como la psicológica.
El apoyo social conoce como un factor psicosocial fundamental que influye en la percepción y el desarrollo de mecanismos de afrontamiento, facilitando la adaptación a diversas circunstancias. También sirve como un elemento atenuante del estrés asociado con la enfermedad.
Existen pocas investigaciones sobre el estrés psicológico y el apoyo social y su impacto en la aparición de brotes de la enfermedad de Crohn. Por lo tanto, es necesario investigar la relación entre estas dos variables sobre la aparición de brotes de Crohn.
Un nuevo estudio realizado en el hospital Gregorio Marañón de Madrid, ha tenido como objetivo evaluar el papel del estrés percibido y el apoyo social centrándose en personas con enfermedad de Crohn y su influencia sobre el desarrollo de brotes de la enfermedad.
Los resultados de este estudio indican que las personas que sufren brotes tienen niveles elevados de estrés. Esto coincide con investigaciones previas en las que se ha demostrado que el estrés puede desencadenar la actividad de la enfermedad de Crohn y que un aumento en los niveles de estrés se asocia con aumento de los síntomas y menor respuesta al tratamiento.
En consecuencia, estos resultados indican que las personas con enfermedad de Crohn necesitan mejorar y ampliar su red de apoyo social para que puedan beneficiarse de su efecto amortiguador. Se sugiere que estos pacientes participen en grupos de autoayuda o de apoyo.
Por otro lado, se proponen intervenciones directas dirigidas al control del estrés como pueden ser técnicas de relajación, visualización, respiración, meditación, etc. Todo esto repercutirá en una disminución del nivel de estrés percibido mejorando su situación y reduciendo las consecuencias devastadores que produce el estrés. Esto repercutirá en una reducción de la probabilidad de brotes y de hospitalizaciones, mejorando al mismo tiempo la calidad de vida y bienestar general de estas personas.
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