La fatiga, o sensación de cansancio o agotamiento que no tiene una relación directa con un esfuerzo o actividad física, es frecuente entre los pacientes con Artritis Reumatoide y puede ser identificado como uno de los peores síntomas. Se relaciona sólo débilmente con la actividad de la enfermedad aunque sí se ha encontrado mayor relación con el dolor, el estado de ánimo, las características de la personalidad, la falta de sueño, la obesidad y otras enfermedades coexistentes.
La mayoría de los pacientes con Artritis Reumatoide tienen algo de fatiga y, al menos 1 de cada 6 puede presentar fatiga severa. El dolor crónico y los síntomas depresivos son comunes entre aquellos pacientes con Artritis Reumatoide con fatiga significativa.
Más de tres cuartas partes de los pacientes con Artritis Reumatoide experimentan dolor crónico dentro de los 5 años posteriores a su diagnóstico. Los rasgos de su personalidad y el estrés afectarán a la aparición de fatiga.
Estudios previos nos muestran como influyen, en la aparición y gravedad de la fatiga, factores propios de la enfermedad (la inflamación, el dolor, trastornos en el sueño y la discapacidad), factores personales (otras enfermedades y el trabajo), aspectos cognitivos-conductuales (la personalidad, los pensamientos, los sentimientos y la actividad). Todo esto nos lleva a pensar que la actividad de la enfermedad solo juega un papel menor. De hecho, en diferentes estudios se ha visto que el alcance de la remisión de la Artritis Reumatoide, NO implica la disminución o desaparición de la fatiga en estos pacientes.
La fatiga afecta a la funcionalidad del individuo y a su calidad de vida y algunos estudios han demostrado que es peor en las mujeres.
No existe un tratamiento uniforme para la fatiga en la Artritis Reumatoide. El tratamiento se puede dividir en farmacológico y no farmacológico. En éste se incluye el propio tratamiento farmacológico de la Artritis Reumatoide que puede llegar a controlar la fatiga de forma moderada, o reducirla parcialmente en aquellos casos en los que esté más relacionada con la actividad de la enfermedad. Algunos fármacos utilizados en el tratamiento de la Artritis Reumatoide pueden causar fatiga como efecto no deseado, como por ejemplo el metotrexato.
Dentro de los diferentes tratamientos farmacológicos disponibles en la actualidad para controlar la actividad de la Artritis Reumatoide, no todos mejoraran la fatiga y algunas personas responderán de diferente manera por lo que, en la actualidad, no disponemos de predictores sólidos con respecto a qué pacientes tendrán una mejoría en la fatiga al tratar la Artritis Reumatoide activa.
En relación al tratamiento no farmacológico, entre el que se incluye la actividad física y las intervenciones psicológicas, puede ayudar a reducir la fatiga de la Artritis Reumatoide. No está claro qué tipo de ejercicios son los recomendados para aquellos pacientes con fatiga severa. Sin embargo, existen estudios en los que se ha demostrado que la actividad física es importante para hacer frente a la fatiga.
Programas de ejercicios físico, programas de autocontrol, terapia cognitivo-conductual, de atención plena o mindfulness pueden tener un efecto modesto en el control de la fatiga.
Por otro lado, los pacientes con Artritis Reumatoide que tienen menor calidad de sueño tienen más fatiga, por lo que mejorar la calidad del sueño puede ayudar a controlar la fatiga.
Aquellos pacientes con Artritis Reumatoide que mantienen su trabajo, presentan menos fatiga en comparación con los que no trabajan y estas diferencias parecen estar más en relación con mejor salud mental, que no en relación a la discapacidad o salud física.
A nivel de alimentación, tanto los suplementos de vitamina D como suplementos con aceite de pescado (Omega 3), a pesar de tener efectos positivos sobre los marcadores inflamatorios y sobre la actividad de la Artritis Reumatoide, los efectos sobre la fatiga son inciertos.
Parece que el apoyo social, la esperanza, el optimismo y la resilencia mejoran la fatiga.
La Artritis Reumatoide puede causar anemia. En teoría, su tratamiento podría mejorar la fatiga, sin embargo, según una revisión Cochrane, el tratamiento de la anemia puede mejorar la evaluación global del paciente pero los resultados en relación a la fatiga fueron inconsistentes.
En resumen, la fatiga de la Artritis Reumatoide es un síntoma común y considerado como uno de los peores, según los pacientes. Su aparición y gravedad se debe a muchos factores y sólo parcialmente a la actividad de la propia Artritis Reumatoide.
El tratamiento de la Artritis Reumatoide puede mejorar un poco la fatiga. El dolor, la personalidad, el estado de ánimo, la asociación de otras enfermedades, pueden aumentar la probabilidad de aparición de fatiga en pacientes con Artritis Reumatoide. El tratamiento no farmacológico, como el ejercicio, los programas de autogestión y la terapia cognitivo-conductual pueden tener efectos beneficiosos para el control de la fatiga.
Se necesita mayor investigación para comprender la fatiga y cómo tratar este síntoma en la Artritis Reumatoide.