Una nueva revisión de la literatura científica nos ayuda a conocer y aprender a identificar dos síntomas nada despreciables de la enfermedad de Parkinson como son la disfagia y la gastroparesia.
Los pacientes con enfermedad de Parkinson suelen experimentar problemas gastrointestinales. Pueden involucrar diferentes partes del sistema digestivo y tienen alto impacto sobre la calidad de vida de estas personas. Se sabe que aproximadamente un tercio de los pacientes con Parkinson tienen algún trastorno gastrointestinal.
El estreñimiento es probablemente el síntoma gastrointestinal inferior más conocido. Sin embargo estos trastornos también pueden afectar a la zona superior del sistema digestivo. Por ejemplo, la disfagia o problemas para tragar y el retraso del vaciado del contenido del estómago o gastroparesia, son síntomas muy comunes en las personas con Parkinson aunque menos reconocidos por lo que es más probable que se pasen por alto. Estos síntomas pueden aparecer desde las primeras etapas de la enfermedad de Parkinson y se vuelven más pronunciados a medida que avanza la enfermedad lo que puede predisponer a mayor riesgo de pérdida de peso, desnutrición y aumento de la fragilidad de estas personas haciéndolas más vulnerables.
Si bien el manejo de los problemas gastrointestinales generalmente queda fuera del ámbito de los neurólogos. Sin embargo, si estos trastornos gastrointestinales no se tratan, no sólo son angustiantes para los pacientes, sino que también pueden afectar a la absorción de la levodopaoral y otros medicamentos que se absorban en el intestino delgado.
Disfagia
Estudios previos sugieren que más del 80% de los pacientes con Parkinson pueden desarrollar disfagia durante el curso de su enfermedad y que puede aparecer en cualquier etapa. La disfagia no tratada puede tener consecuencias negativas importantes para las personas con Parkinson, la más grave es la aspiración de alimento con posterior desarrollo de neumonía. Sin embargo, también puede tener implicaciones sobre la calidad de vida de estas personas ya que pueden significar un estigma o vergüenza de tener problemas para tragar ya que, a menudo, van acompañados de babeo. Además a largo plazo puede provocar desnutrición, deshidratación, pérdida de peso involuntaria y afectar a la ingestión y eficacia clínica de la levodopa y otros medicamentos orales.
La gastroparesia o retraso del vaciamiento del contenido del estómago que se produce en ausencia de una obstrucción mecánica. Síntomas como náuseas o vómitos son los síntomas cardinales. A menudo también aparece sensación de plenitud después de comer, saciedad temprana, dolor en la boca del estómago, hinchazón en la parte superior del abdomen y eructos. Se estima que un 7,5% de las personas con Parkinson pueden presentar gastroparesia, aunque se sabe que existen muchos casos asintomáticos por lo que este porcentaje puede variar, lo que contribuye que exista una falta de reconocimiento de esta afección.
La gastroparesia puede aparecer a cualquier etapa de la enfermedad de Parkinson.
Dado que la levodopa y otros fármacos se absorben en el intestino delgado, el retraso del vaciado del estómago tiene implicaciones importantes para el suministro del fármaco a su sitio de absorción. Por lo tanto el tiempo de vaciado del estómago es un facgtor determinante para el inicio del alivio de los síntomas motores de la enfermedad de Parkinson, por lo que si el retraso de la absorción de la levodopa oral lleva a fluctuaciones motores.
Por lo tanto, es esencial que la aparición de gastroparesia se identifique de inmediato y se trate de manera efectiva para garantizar el control de los síntomas motores del Parkinson.
En resumen, los trastornos gastrointestinales en la enfermedad de Parkinson van más allá del estreñimiento. A menudo, la disfagia y la gastroparesia pasan por alto como manifestaciones propias de la enfermedad de Parkinson, pero ambas tienen un importante impacto sobre la calidad de vida de los pacientes y sobre la eficacia del tratamiento, por lo que se necesita de reconocimiento temprano y una gestión eficaz.
Es esencial que los enfoques no farmacológicos se consideren de forma temprana y junto a cualquier intervención farmacológica. Y, por otro lado, de vital importancia la educación/formación tanto del paciente como del cuidador/es sobre los problemas gastrointestinales de la enfermedad de Parkinson y de los síntomas a tener en cuenta para pronta identificación.
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