Según sugiere un nuevo estudio, cuanto mayor es la exposición a la contaminación ambiental, especialmente al ozono, más se afectan los pulmones. Esto daño se evidencia incluso en personas que no tienen enfermedades pulmonares como la EPOC o el asma.
Los investigadores ya eran conscientes de que niveles altos de contaminación del aire hacen que las enfermedades pulmonares empeoren en aquellas personas que las padecen. El nuevo estudio publicado en la revista JAMA muestra que incluso las personas sin problemas pulmonares que se someten a la contaminación en zonas donde supuestamente el aire está relativamente poco contaminado, a la larga empiezan a mostrar signos de enfermedad pulmonar crónica.
El estudio se ha concentrado en el impacto de cuatro de los principales contaminantes del aire: El ozono, una forma inestable de oxígeno que se produce cuando los humos industriales reaccionan con La Luz solar; el óxido de nitrógeno, un producto intermedio de la combustión de combustibles fósiles; las partículas de carbón procedentes de fábricas que lo utilizan y del tráfico; y las partículas pequeñas en suspensión de menos de 2,5 micras de diámetro (PP 2,5) y que pueden incluir polvo, suciedad, hollín y humo.
Los investigadores evaluaron los niveles de estos contaminantes en el entorno de los hogares de 7.071 personas de 6 ciudades de Estados Unidos a las que se determinó la proporción de tejido pulmonar dañado en forma de enfisema. Además, se realizaron pruebas de función pulmonar al inicio del estudio y tras diez años.
Cerca del 46% de los participantes en el estudio no habían fumado nunca, y el 22% tenían algún grado de obstrucción al flujo respiratorio al inicio del estudio. Las personas expuestas a niveles mayores de cualquiera de los cuatro contaminantes al inicio presentaron una mayor probabilidad de enfisema al final del periodo estudiado.
A pesar de que los niveles de la mayoría de contaminantes fueron disminuyendo con los años, las concentraciones de ozono crecieron. Cada tres partes por 1.000 millones de ozono en el aire se asoció a un declive de la función pulmonar de 18 mL en el test de expiración forzada y 40 mL en el de inhalación.
A lo largo del periodo de 10 años, por cada 3 partes por 1.000 millones de exposición diaria al ozono se producía un daño pulmonar equivalente a fumar un paquete de cigarrillos al día durante 29 años o a envejecer 3 años.