La exposición a la contaminación del aire en las calles de las ciudades puede bastar para contrarrestar los efectos beneficiosos del ejercicio en los adultos mayores con enfermedades como la EPOC, de acuerdo con una investigación reciente. El estudio ha sido publicado en la prestigiosa revista médica The Lancet.
Para el análisis, los investigadores reclutaron 119 voluntarios de más de 60 años y que podían padecer EPOC o enfermedad cardiaca estables o estar sanos. Los participantes caminaron durante dos horas en dos zonas diferentes de Londres a mediodía: en una zona relativamente tranquila y arbolada del Hyde Park y en un tramo ajetreado de Oxford street que con frecuencia supera los límites de mala calidad del aire establecidos por la OMS.
Se realizaron exámenes físicos antes y después de las caminatas para mostrar los efectos del ejercicio sobre la salud cardiovascular, incluyendo mediciones de la cantidad de aire que pueden exhalar los pulmones, presión arterial y capacidad de dilatación de los vasos sanguíneos.
El análisis reveló que todos los participantes se beneficiaban de una caminata por el parque, con mejoras de la capacidad pulmonar en la primera hora que podía extenderse en algunos casos durante 24 horas de forma significativa. En contrapartida, caminar por Oxford Street apenas mejoraba la capacidad pulmonar de los participantes, siendo la diferencia respecto a los registros del parque bastante grande.
El flujo sanguíneo también se incrementó tras el ejercicio, con descensos de la presión arterial y una mayor frecuencia cardíaca. Las arterias mostraban menos rigidez en las personas que habían caminado por Hyde Park, con cambios respecto a la situación previa de más del 24% en las personas sanas o con EPOC y de un 19% en las personas con enfermedad cardíaca.Este efecto se reducía de forma drástica cuando se caminaba por Oxford Street, con una reducción máxima de la rigidez arterial de tan solo el 4,6% en las personas sanas, 16% en EPOC y 8,6% en enfermos cardíacos.
Si bien los resultados del estudio se refieren al efecto a corto plazo de la práctica aislada y breve de ejercicio, los hallazgos sugieren que la exposición repetida a la contaminación ambiente no sería en absoluto beneficiosa para el sistema respiratorio y cardiovascular. Los autores señalan que tal vez la contaminación no sea el único factor a tener en cuenta, ya que el estrés puede ser parcialmente responsable de las diferencias fisiológicas observadas entre el ejercicio en zonas tranquilas y ajetreadas.
Los resultados del estudio son relevantes porque para muchas personas como aquellas mayores o que padecen enfermedades crónicas, el único ejercicio que pueden hacer es caminar. El estudio da argumentos para recomendar evitar las zonas de las ciudades más saturadas y con polución debida al tráfico. Es posible que estudios como este contribuyan a rebajar los límites de contaminación que se consideran tolerables, ya que los residentes en estas zonas muchas veces no pueden desplazarse a otras con menos contaminación para practicar ejercicio y poder disfrutar de los beneficios de la actividad física.