Tanto pacientes, cuidadores como personal sanitario son buenos colaboradores para la detección temprana de los síntomas del Parkinson, sin embargo es necesario conocimiento para poder identificarlos.
La disfagia o problemas para tragar y la disartria o alteraciones en el habla, son dos síntomas que con frecuencia aparecen en los pacientes con enfermedad de Parkinson, aunque a menudo no se comentan o notifican durante las consultas periódicas de control.
Detectar de forma temprana estos síntomas es muy importante porque, con el tiempo, la disfagia puede llevar a desnutrición, neumonía por aspiración, deshidratación e incluso asfixia. De igual forma las alteraciones o cambios en el habla, disartria, también tienen un impacto importante en las relaciones sociales del paciente, lo que puede llevar al aislamiento. Sin embargo, el diagnóstico temprano de ambos síntomas puede ser un reto importante porque la mayoría de los adultos con Parkinson inicialmente no son conscientes de sus dificultades.
Los síntomas que pueden ser una señal temprana de disfagia y la disartria incluyen el babeo, dificultad para tragar medicamentos (especialmente los comprimidos), necesitar más tiempo para comer, pérdida de peso y la aparición de gorgoteos o quiebros en la voz, debilitamiento en la voz (habla flojito), habla rápida o enredada, pérdida de expresión facial y problemas de comunicación. Al igual que otros síntomas del Parkinson, las dificultades para hablar y tragar varían entre las personas con esta enfermedad.
En la actualidad disponemos de numerosas herramientas de detección que se pueden utilizar para diagnosticar y valorar tanto la disartria como los cambios en la voz o pronunciación, pero es imprescindible el conocimiento y la colaboración de los cuidadores y también del personal sanitario. Las enfermeras o enfermeros tienen una posición única para detectar los problemas del habla y deglución cuando interactúan tanto con pacientes como con sus cuidadores.
Aunque los medicamentos para el Parkinson ayudan a mejorar la mayoría de los síntomas, no resultan tan eficaces para aliviar los problemas del habla ni las dificultades para tragar.
Se recomienda a toda persona que experimente cambios (ya sean leves o graves) en el habla o en la deglución, que consulte a su médico sin ningún tipo de miedo o prejuicio. Cuanto antes se detecten estos problemas más pronto se puede iniciar un programa de ejercicios o derivación a logopeda, apoyo de personal cualificado para evitar la progresión de estos síntomas.
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