Más de la mitad de los pacientes con Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII) creen que sus síntomas son inducidos o exacerbados por alimentos específicos. Los alimentos comúnmente identificados como «detonantes» incluyen las frutas y verduras, los productos lácteos, los picantes y los alimentos procesados, el gluten, las semillas, el alcohol y alimentos con un alto contenido de grasas.
La causa de la EII, tanto de la enfermedad de Crohn como de la Colitis Ulcerosa, se desconoce actualmente. La evidencia sugiere que tanto la susceptibilidad genética, la desregulación del sistema inmunológico y los factores ambientales están involucrados. La dieta ha estado implicada durante mucho tiempo en el origen de estas enfermedades.
Es evidente que modificar la dieta podría tener un papel importante en el tratamiento y control de los síntomas de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal.
Se han publicado los resultados de un estudio realizado en Nueva Zelanda para evaluar hasta qué punto los pacientes con EII asocian los síntomas de la enfermedad con su dieta, mediante la cumplimentación de un cuestionario. Es decir, el objetivo de este estudio fue determinar los alimentos, aditivos, o formas de cocinar los alimentos que tengan relación con la aparición, exacerbación o agravamiento de los síntomas o bien la reducción de los mismos.
Según estudios previos, entre el 56% al 90% de los pacientes modifican su dieta tras el diagnóstico de EII. Modificar la dieta con la eliminación o supresión de algunos alimentos, como frutas, verduras, cereales, lácteos, etc., pone en riesgo el aporte adecuado de micronutrientes, tales como las vitaminas A,B y C, el ácido fólico, el potasio, el magnesio, el calcio y otros, especialmente en períodos de actividad de la enfermedad. Sin no disponemos de fuentes alternativas de estos nutrientes, la supresión o eliminación de la dieta de ciertos alimentos puede resultar perjudicial para los pacientes aumentando su riesgo de osteoporosis y osteopenia que se asocia al tratamiento con corticoides y a una inflamación prolongada.
Por estos motivos, es recomendable seguir la guía y los consejos de un profesional que proporcione información sobre alternativas a los nutrientes clave o nutrición suplementaria en caso que esto fuera necesario.
En resumen, los pacientes consideran que la dieta puede afectar a la aparición, duración y gravedad de los síntomas de la EII. En este estudio más de la mitad de los participantes informaron de una asociación entre ciertos alimentos y la aparición de sus síntomas.
Los elementos dietéticos que se identificaron más frecuentemente con el inicio o exacerbación de los síntomas son aquellos alimentos ricos en fibra como frutas o verduras, los lácteos y los fritos. Por otro lado, aquellos que se relacionaron con la reducción de los síntomas fueron el plátano, el arroz, el pan blanco (sin gluten) y la carne blanca.
Indiscutiblemente se necesita de mayor investigación para conocer bien el papel de la dieta sobre los síntomas de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal ya que mejorar la evidencia científica podría conducir al desarrollo de recomendaciones dietéticas, una herramienta necesaria para mejorar el tratamiento y el control de la EII.