A pesar de la mayor incidencia de la Esclerosis Múltiple en la mujer y la influencia de las hormonas femeninas en su evolución, los datos sobre la influencia de la menopausia en la EM y viceversa son escasos. Un artículo de reciente publicación en la revista Multiple Sclerosis, trata de sumarizar estos aspectos.
La incidencia de EM en mujeres ha aumentado en las últimas décadas, y llega a ser hasta tres veces mayor que en los hombres. Los cambios en el estilo de vida de las mujeres relacionados como el tabaquismo, la dieta, la obesidad, la menor exposición a la luz solar, la tendencia a tener menos hijos y a quedar embarazadas en edades más avanzadas pueden explicar en parte esta evolución de la incidencia. Además de ello, también la edad de inicio de la enfermedad es más precoz que en los hombres y se acompaña a lo largo de su evolución de una mayor tasa de recaídas o brotes y una evolución más rápida de la discapacidad.
Entre los factores determinantes de este fenómeno, la fluctuación de los niveles de hormonas sexuales durante las diferentes etapas fisiológicas de la vida reproductiva de la mujer (menarquia, pubertad, embarazo, puerperio y menopausia) parece influir tanto en el riesgo como en el pronóstico de la enfermedad. Los períodos con altos niveles de estrógeno parecen ser protectores, gracias a la respuesta antiinflamatoria. Sin embargo, las concentraciones bajas de estrógeno estimulan la producción de citocinas y células proinflamatorias.
Varios estudios han abordado el riesgo y el pronóstico de la enfermedad durante la menarquia, el embarazo y el uso de anticonceptivos orales, pero se sabe poco sobre la influencia de la menopausia en la EM. Durante este período, la pérdida de estrógenos ováricos podría afectar la capacidad de reparación del tejido nervioso, promoviendo la neurodegeneración acelerada y la posterior progresión de la enfermedad. Sin embargo, es difícil interpretar si este posible agravamiento de la enfermedad estaría relacionado con la disminución de los niveles de estrógenos debido a la menopausia o con los cambios per se asociados con la edad y las comorbilidades.
Con todos estos antecedentes, el objetivo del estudio publicado fue revisar la evidencia en la relación entre menopausia y EM.
Para ello se realizó una búsqueda bibliográfica, seleccionando estudios que evaluaran la influencia de la menopausia en el curso de la EM, la influencia de la EM y los fármacos modificadores de la enfermedad en el desarrollo de la menopausia y el efecto de la terapia hormonal sustitutiva sobre los síntomas de las personas menopáusicas con EM.
La mayoría de los estudios sugieren que la menopausia puede agravar transitoriamente los síntomas de la EM. Dos estudios encontraron un punto de inflexión en la evolución de la discapacidad valorada a través de la EDSS con empeoramiento clínico durante la transición menopáusica. Sin embargo, otro estudio que valoró la evolución de la discapacidad desde el síndrome clínicamente aislado hasta la posmenopausia no encontró tal inflexión.
La edad para alcanzar la menopausia natural no parece modificarse debido a la EM. Los estudios observacionales retrospectivos sugieren un efecto aditivo de la menopausia y algunos síntomas de la EM, especialmente los relacionados con el aparato genitourinario y los vinculados al entorno afectivo.
Los estudios sobre el uso de terapia hormonal sustitutiva son escasos, pero algunas personas que siguen este tratamiento, pueden encontrar una mejora en su calidad de vida.
Hasta la fecha, no es posible sacar conclusiones definitivas sobre si la menopausia es un factor de riesgo independiente de acumulación de discapacidad secundaria a factores hormonales o si el efecto se debe al propio envejecimiento. Por ello se hace obligatorio emprender estudios longitudinales y prospectivos correctamente diseñados.