Investigadores del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona descartan en un estudio el impacto de los anticonceptivos orales sobre el riesgo de un segundo brote o evolución de la discapacidad en mujeres con Esclerosis Múltiple (EM) inicial o Síndrome Clínico Aislado (SCA). Por otra parte, los investigadores tampoco observaron un efecto protector sobre la discapacidad, tal como se había sugerido en otros estudios. El trabajo ha sido publicado en la revista Multiple Sclerosis Journal.
Hace tiempo que se sospecha que las hormonas pueden influir en el riesgo y la progresión de la EM. Los estrógenos, en particular, han demostrado ser protectores en modelos animales de EM y reducir la actividad de la enfermedad en mujeres embarazadas. Sin embargo, todavía hay dudas sobre el efecto de los anticonceptivos orales a base de estrógenos en el desarrollo y la progresión de la EM. Hay estudios que han sugerido efectos protectores, y otros neutros o incluso negativos, de los anticonceptivos orales sobre el riesgo de EM.
Del mismo modo, hay pocos estudios sobre el posible impacto de los anticonceptivos orales en la transición del Síndrome Clínico Aislado a la EM confirmada en las mujeres. El SCA es un primer episodio de síntomas neurológicos que duran al menos 24 horas y son sugestivos de EM. Teniendo en cuenta que el uso de los anticonceptivos orales coincide con la edad media de inicio de la EM y aparición de SCA, es esencial conocer mejor el eventual impacto de estos tratamientos.
Es por todo ello que investigadores del Institut de Recerca del Hospital Vall d’Hebrón de Barcelona, y en el contexto del «Barcelona MS&Gender Project», se propusieron determinar si el uso de anticonceptivos orales por parte de las mujeres con SCA, o que se encuentran en las primeras fases de la EM, aumenta el riesgo de transición a la EM o de empeoramiento de la discapacidad por EM.
495 de las 764 mujeres participantes en el Proyecto Barcelona MS & Gender, respondieron a una encuesta autoadministrada sobre información reproductiva -como el número de embarazos, la fecha y el resultado-, exposición a terapias hormonales y otros factores de riesgo ambientales. El equipo de investigadores también recogió datos demográficos, información relacionada con la enfermedad y datos sobre el uso de tratamientos modificadores de la enfermedad. Aunque las participantes tenían una edad similar a la de los no lo hicieron, un mayor número de pacientes que rellenaron la encuesta tenían una primera resonancia magnética cerebral anormal (49,4% frente al 34,4%) y seguían con más frecuencia tratamientos modificadores (54% frente al 16%). También tuvieron un seguimiento más largo (9,7 frente a 5,2 años).
Entre las encuestadas, un total de 389 mujeres (78,6%) habían utilizado anticonceptivos orales, y 341 (68,9%) habían empezado a utilizarlos antes del diagnóstico de SCA. Las participantes que empezaron a tomar anticonceptivos orales antes del SCA tenían más edad en el momento del SCA, tenían un tamaño corporal autodeclarado más pequeño en su primer ciclo menstrual y tuvieron un seguimiento más corto.
El 54% de las mujeres experimentó una segunda exacerbación de los síntomas neurológicos durante su seguimiento, y 66 (13%) alcanzaron un nivel de discapacidad moderado sin deterioro de la marcha, definido por una puntuación de 3,0 en la escala ampliada del estado de discapacidad (EDSS). Además, en el momento de realizar el cuestionario, el 28,9% de las mujeres no cumplían los criterios para un diagnóstico de EM.
Sin embargo, la proporción de participantes que utilizaban anticonceptivos orales era similar entre las que estaban y las que no estaban diagnosticadas en el momento de completar el cuestionario (77,3% frente a 81,8%) y entre las pacientes que habían alcanzado o no una puntuación de 3,0 en la escala de discapacidad EDSS (77,3% frente a 78,8%).
El análisis no mostró ninguna asociación entre el uso de anticonceptivos orales y el riesgo de diagnóstico de EM o de alcanzar una puntuación EDSS de 3,0. Esto fue así incluso tras ajustar factores como la edad en el momento del SCA, la localización del daño en el SCA, presencia de anticuerpos relacionados con la EM, número de lesiones cerebrales totales iniciales y de lesiones de enfermedad activa, y el uso inicial de fármacos modificadores.
Por último, en un análisis que incluyó a todo el grupo de estudio -sin uso de anticonceptivos orales, con uso de anticonceptivos orales antes del SCA y con uso de anticonceptivos orales después del SCA- no hubo un mayor riesgo de un segundo ataque de síntomas o una EDSS de 3,0 y el uso de anticonceptivos orales.
«La exposición a [anticonceptivos orales] no está asociada… con el riesgo de un segundo ataque o con la acumulación de discapacidad en pacientes con SCA», concluyen los investigadores, añadiendo que los hallazgos podrían indicar que las «bajas dosis de estrógeno… en los [anticonceptivos orales] actuales podrían no ser lo suficientemente altas como para desempeñar un papel antiinflamatorio en pacientes con SCA.»