El objetivo del tratamiento de la Artritis Reumatoide a día de hoy es alcanzar la remisión o baja actividad de la enfermedad con efectos secundarios mínimos. Las consecuencias de no cumplir correctamente con el tratamiento son muy significativas ya que una Artritis Reumatoide no controlada causa daño articular, discapacidad y disminución de la calidad de vida.
Un paciente que está bien informado, que se implica y participa en la toma de decisiones sobre su enfermedad tiene más probabilidades que acepte y que cumpla correctamente con el tratamiento. Esto, no sólo mejora los resultados, sino que también aumenta la satisfacción del paciente.
Las recomendaciones de la Liga Europea contra las enfermedades reumáticas (EULAR siglas en inglés), incluyen la atención centrada en el paciente, apoyo no farmacológico y apoyo psicosocial. Por otro lado, también enfatiza la educación y empoderamiento del paciente para participar en la toma de decisiones compartida con su médico sobre su enfermedad.
Una encuesta, realizada por la Sociedad Nacional de Artritis Reumatoide de Inglaterra y Gales que investigó la experiencia sobre el tratamiento de pacientes con Artritis Reumatoide, encontró que más del 70% de los pacientes con Artritis Reumatoide dejaron de tomar Metotrexato oral, lo que aumenta el riesgo de brotes y recaídas. Además, la mala adherencia está relacionada con la falta de comprensión e implicación de los pacientes en la elección de su tratamiento.
En esta misma encuesta se encontró que solo al 9% de los pacientes con Artritis Reumatoide a los que se les prescribió tratamiento se les dio a elegir la vía de administración y a casi todos (95%) se les prescribió primero Metotrexato oral. Una quinta parte informaron que recibieron poca o ninguna información, sobre los beneficios o posibles efectos secundarios. Se encontró que el principal factor de adherencia al tratamiento son los efectos secundarios que contribuyen a que más del 45% de los pacientes interrumpan el tratamiento.
El Metotrexato ha sido el tratamiento de referencia para el control de la Artritis Reumatoide desde la década de los 80 en la mayoría de países. Debido a las diferentes vías de administración (oral o subcutánea) y la versatilidad de las dosis disponibles, se puede utilizar como monoterapia (un único fármaco) o en combinación con otros fármacos. Sin embargo, y a pesar de su eficacia y seguridad, las tasas promedio de adherencia a Metotrexato son relativamente bajas, entre el 30% y el 66%.
Esta encuesta reciente de la Sociedad Nacional de Artritis Reumatoide de Inglaterra y Gales sobre la experiencia de los pacientes, nos muestra que hasta un 75% de los pacientes cambiaron de Metotrexato oral a inyectable. El 42% de los pacientes experimentó una reducción significativa de los efectos secundarios y casi la mitad informó de un impacto positivo sobre su calidad de vida.
Por lo general, la estrategia de tratar hasta alcanzar el objetivo puede implicar la utilización de múltiples fármacos modificadores de la enfermedad y biológicos. El riesgo y los beneficios de las diferentes opciones de tratamiento en la Artritis Reumatoide deben discutirse con los pacientes. Las implicaciones económicas pueden ser obvias, pero la preferencia y la seguridad del paciente son primordiales.
Un paciente bien informado sobre su enfermedad, sobre los posibles efectos secundarios del tratamiento y sobre la importancia de la adherencia o el correcto cumplimiento con el tratamiento prescrito, tiene herramientas suficientes para autocontrolar su condición y tomar mejores decisiones en relación a la gestión y tratamiento de su enfermedad.
Desde la perspectiva de un médico, es importante optimizar el tratamiento de la Artritis Reumatoide para maximizar los resultados clínicos y minimizar los gastos sanitarios. Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado la importancia de la comprensión y la participación del paciente en el proceso de toma de decisiones para mejorar la salud general, la adherencia y los resultados.
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