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22 enero, 2018 in-pacient.es

Un estudio, publicado este mes, revisa la evidencia disponible que respalda la práctica de ejercicio para el tratamiento de los síntomas no motores de la enfermedad de Parkinson.

Los pacientes de Parkinson experimentan síntomas no motores muy incapacitantes, incluso más que los síntomas motores y que pueden afectar a la calidad de vida. Entre ellos quedan incluidos:

  • Disfunción autonómica: síntoma frecuente en los pacientes con enfermedad de Parkinson que puede preceder a la aparición de síntomas motores. Se manifiesta como hipotensión ortostática (descenso exesivo de la presión arterial al cambiar la postura, por ejemplo: pasar de sentado a ponerse de pie); hipotensión posprandial (disminución excesiva de la presión arterial después de comer); sialorrea (producción excesiva de saliva), estreñimiento, dishidrosis ( o trastornos de la sudoración) así como trastornos en la vejiga urinaria y de la vida sexual. La disfunción autonómica impacta negativamente sobre la calidad de vida, complicando el manejo de los síntomas motores.

 

  • Deterioro cognitivo: o pérdida de las funciones cognitivas que generalmente implican pérdida de la memoria, de la atención y de la velocidad de procesamiento de la información.

 

  • Trastornos del sueño: tales como insomnio, somnolencia diurna, pesadillas, apnea del sueño, ganas de levantarse a orinar frecuentemente por la noche (nicturia).

 

A menudo los tratamientos farmacológicos para el control de estos síntomas no son muy eficaces, o bien tienen efectos secundarios que se toleran mal. Por lo tanto, cualquier tipo de intervención no farmacológica es una alternativa atractiva.

Hasta el momento se conoce que diferentes tipos de ejercicio son eficaces para tratar los síntomas motores de la enfermedad de Parkinson, incluyendo: caminar, bailar, ejercicios de estiramiento, tai chi, ejercicios de resistencia, etc.

Una publicación reciente explora el impacto del ejercicio y la actividad física sobre la disfunción autonómica, el deterioro cognitivo y los trastornos del sueño.

Aunque se necesitan más estudios adicionales, la investigación científica disponible hasta el momento sugiere que el ejercicio promueve la mejora de los síntomas no motores de la enfermedad de Parkinson.

Debemos considerar diferentes aspectos de importancia a la hora de recomendar la práctica de ejercicio en las personas con Parkinson, como por ejemplo: la aparición de ciertos síntomas que pueden evitar la participación activa, el riesgo de caídas, la depresión, la disminución de la autoestima, la apatía, la fatiga….etc. Cualquiera de estos síntomas puede reducir la participación en la actividad física y puede contribuir a un estilo de vida más sedentario. El programa de ejercicios debe ser adaptado a cada paciente ( por ejemplo realizar ejercicios sentado) debiendo ser compartido y aceptado tanto por el paciente como por el cuidador.

Una mayor comprensión de los efectos beneficiosos del ejercicio sobre los síntomas motores y no motores puede aumentar el entusiasmo y la participación.

Sin embargo, todavía quedan muchas preguntas sin respuesta, tales como: qué modalidad de ejercicio es la ideal, cuánto debe durar cada sesión, con qué frecuencia, etc. Se deben realizar estudios que respondan a estas cuestiones para cada uno de los síntomas motores y no motores.

 

 

Amara AW et al. Effects of Exercise on Non-motor Symptoms in Parkinson’s Disease. Clin Ther. 2018 Jan;40(1):8-15.

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