El dolor es la manifestación más común de las enfermedades reumáticas. La mayoría de los pacientes que solicitan un tratamiento para el dolor comunican problemas de insomnio con una gravead que requiere atención clínica.
La revista científica Rheumatology de este mes de febrero nos presenta los resultados de un estudio, realizado en Inglaterra, donde se valora el papel del dolor en la limitación física, la reducción de la participación social y en la predicción y mediación en la aparición del insomnio.
En este estudio participaron más de 6.600 individuos de edad 50 años o más, con un seguimiento de los pacientes que duró 3 años.
Los participantes se dividieron en tres grupos: no dolor, poco dolor y dolor generalizado, según los criterios de ACR ( American College of Rhematology/ Organización Americana de los profesionales e investigadores en Reumatología)
Se examinó la relación entre el dolor en el punto de partida, al inicio del estudio, y la aparición de insomnio a los 3 años. También se analizó el papel mediador del dolor en la limitación tanto de la actividad física como en la restricción de la participación social.
Resultados y conclusiones:
Se observó una relación directa entre el grado de dolor al inicio del estudio y la aparición de insomnio a los tres años, fundamentalmente mediado por la limitación física y la reducción de la participación social.
Los pacientes con dolor generalizado tienen mayor riesgo de aparición de insomnio a los 3 años.
El efecto del dolor sobre el inicio de los síntomas de insomnio es el doble en los pacientes que tienen dolor generalizado frente a aquellos pacientes que tienen poco dolor.
Los investigadores concluyen que la limitación física y la reducción de la participación social de las personas mayores con dolor son objetivos potenciales para evitar o prevenir la aparición de insomnio con una reducción global de la carga de la enfermedad en estas personas.
Los tratamientos médicos para controlar el dolor son importantes y esto puede contribuir a la prevención o la reducción de los trastornos del sueño. Sin embargo, si el dolor persiste, estos resultados sugieren que una opción importante para la intervención podría ser la de mantener o mejorar la capacidad física de las personas mayores y su participación social, por su potencial para evitar la aparición de insomnio.
La fisioterapia, los ejercicios y las intervenciones psicológicas que aborden las barreras a la actividad física son ejemplos de tratamientos que pueden mejorar el funcionamiento físico a pesar de la presencia de enfermedades de base. En particular, la mejora de la participación social ofrece la oportunidad de reducir el insomnio con o sin mejorar la capacidad física y se puede extender más allá de la gestión clínica, por ejemplo, la prestación de un buen acceso al transporte y recursos para el mantenimiento de las relaciones sociales con la comunidad.
Nicole KY et al.
Impact of musculoskeletal pain on insomnia onset: a prospective cohort study.
Rheumatology (Oxford). 2015 Feb;54(2):248-56. http://ow.ly/IokEs (Texto en inglés)