La enfermedad de Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más importante después de la enfermedad de Alzheimer. El Parkinson se caracteriza por síntomas motores típicos como el temblor, la rigidez y la lentitud de movimientos, aunque también se observan con frecuencia síntomas no motores como los trastornos del sueño, el deterioro cognitivo (alteraciones de la memoria y del pensamiento), la ansiedad y la depresión que tienen un impacto negativo sobre la calidad de vida de los pacientes con esta enfermedad.
Por otro lado, las actividades de la vida diaria se refieren a aquellas actividades, para tener una vida normal, que cubren las necesidades del día a día, como por ejemplo: vestirse, bañarse, comer y otras actividades complejas como la comunicación social y todas ellas están estrechamente relacionadas con la calidad de vida.
En las personas con Parkinson, la gravedad de su enfermedad afecta directamente sobre sus actividades de la vida diaria y a medida que la enfermedad avanza su capacidad disminuye.
Un nuevo estudio investiga la relación entre calidad del sueño, gravedad de la enfermedad de Parkinson y las actividades de la vida diaria en personas con esta enfermedad.
Los resultados de este estudio nos revelan que la calidad del sueño afecta a las capacidades de realizar las actividades diarias directa e indirectamente a través de la gravedad de la enfermedad. Y, por otro lado, que la cognición desempeña un papel moderador de la asociación entre calidad de sueño y actividades diarias. En otras palabras, los pacientes con mala calidad de sueño ven afectadas sus actividades diarias al empeorar la enfermedad y una mejora de su cognición podría amortiguar este impacto negativo.
Por lo tanto la prevención e intervención temprana sobre los déficits cognitivos y los trastornos del sueño de las personas con Parkinson es importante y necesaria para mantener la capacidad de realizar adecuadamente las actividades diarias.
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