El análisis del registro de personas con Esclerosis Múltiple que han enfermado por COVID-19 en Estados Unidos permite conocer mejor cuales son los factores de riesgo de enfermedad grave específicos de este grupo de personas. Las conclusiones se han publicado recientemente en la versión on-line de la revista JAMA-Neurology.
La preocupación inicial motivada por la naturaleza inmune de la Esclerosis Múltiple y el tratamiento de dicha enfermedad con fármacos inmunosupresopres llevó a elaborar un registro en algunos de los principales centros de tratamiento de Estados Unidos, Canadá y México para comprobar si las personas con EM pudieran estar en riesgo de sufrir infecciones por SARS-CoV-2 más graves.
Hasta diciembre de 2020, el registro incluía información sobre 1.626 personas con esclerosis múltiple. De estas, la mayoría eran mujeres (74%) de etnia blanca (61,5%), y tenían EM remitente recidivante o síndrome clínicamente aislado (80,4%). Alrededor de la mitad tenía al menos una comorbilidad (problemas de salud diferentes de la esclerosis múltiple, como presión arterial alta o diabetes).
En todo el colectivo, los síntomas más comunes de COVID-19 incluyeron fiebre, tos y fatiga. De los pacientes con EM en el registro, 320 (19,7%) fueron hospitalizados, 104 (6,4%) fueron ingresados en una unidad de cuidados intensivos (UCI) y 61 (3,8%) requirieron el uso de un respirador. La tasa general de mortalidad fue del 3,3%.
El grado de discapacidad, el principal factor de riesgo en personas con EM
El análisis estadístico intentó determinar los factores clínicos y demográficos que se asociaban a peor evolución o consecuencias de la enfermedad por COVID-19. Uno de los principales resultó ser la discapacidad. En comparación con las personas sin problemas de movilidad, las personas que necesitan asistencia para caminar tenían más del doble de probabilidades de ser hospitalizadas, y de ser admitidas en una UCI y/o necesitar respiración asistida. Su probabilidad de muerte también era más de tres veces mayor.
Los pacientes con esclerosis múltiple que no podían caminar en absoluto tenían una probabilidad aún mayor de tener peores resultados. En comparación con aquellos que eran completamente capaces de caminar, los pacientes no ambulatorios tenían alrededor de 25 veces más probabilidades de morir de COVID-19, casi tres veces más probabilidades de ser hospitalizados, y sus posibilidades de ser admitidos en una UCI y / o necesitar un ventilador eran 3,5 veces mayores.
La mayoría de agravantes de la COVID-19 coincide con los conocidos para la población general
Como sucede en la población general, los peores resultados también estuvieron relacionados con la edad. Por cada aumento de 10 años en la edad, se estima que hubo un 30% más de probabilidad de hospitalización e ingreso en la UCI y/o necesidad de un ventilador, y un 76,5% más de riesgo de muerte.
Los pacientes con esclerosis múltiple de origen afroamericano tenían un 47% más de probabilidades de ser hospitalizados y tenían más del doble de probabilidades de ser admitidos en una UCI y/o requerir ventilación. Sin embargo, la raza no se asoció con un riesgo significativamente alterado de muerte.
Otros factores de mal pronóstico de la infección coinciden con los observados en la población general: Tanto el sexo masculino con un 41% más probabilidades de hospitalización, como las enfermedades cardiacas y la hipertensión, implicaban un riesgo de muerte en torno a tres veces mayor.
El uso de corticoides antes de la infección puede aumentar el riesgo, pero no la mayoría de inmunosupresores utilizados en el tratamiento de la EM
Algunos de los posibles elementos de riesgo incluyen a tratamientos comúnmente utilizados en la EM. Así, las personas que habían sido tratadas con glucocorticoides en los dos meses anteriores a desarrollar COVID-19 tenían aproximadamente dos veces más probabilidades de ser hospitalizadas y aproximadamente cuatro veces más probabilidades de morir. Los investigadores no se sorprendieron de este resultado, ya que al disminuir la actividad del sistema inmunitario, los glucocorticoides pueden reducir la capacidad del organismo para rechazar la infección por el SARS-CoV-2. El tratamiento con rituximab se asoció con mayores posibilidades de hospitalización, pero no con otras consecuencias como la necesidad de ventilación o fallecimiento; los otros tratamientos de la Esclerosis Múltiple generalmente no se asociaron significativamente con peores evoluciones de la COVID-19.
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