La enfermedad de Parkinson se caracteriza por síntomas motores (temblor, inestabilidad de la postura, rigidez y movimientos lentos) y síntomas no motores (deterioro cognitivo, alteraciones del olfato y alteraciones del estado de ánimo).
Los síntomas no motores de la enfermedad de Parkinson, a menudo, están poco diagnosticados y no responden adecuadamente al tratamiento con dopamina. La ansiedad y la depresión son síntomas no motores del Parkinson que pueden reducir la calidad de vida ya que pueden empeorar la actividad de la vida diaria y las oportunidades de ocio o una vida social normal, comprometiendo el bienestar psicológico del paciente.
Varios estudio han demostrado la influencia de las alteraciones emocionales sobre las habilidades motoras, en particular en la velocidad de la marcha y en el tiempo de reacción para iniciar la marcha.
La neuro-rehabilitación o rehabilitación neurológica, es un proceso supervisado por un equipo multidisciplinar (con la participación de diferentes especialistas), con la que se puede mejorar la funcionalidad de los pacientes de Parkinson y su independencia para realizar las actividades de la vida diaria ya que ha mostrado un efecto positivo sobre los síntomas tanto motores como no motores de esta enfermedad.
Un nuevo estudio ha investigado el impacto de un programa de rehabilitación multidisciplinar sobre la ansiedad, los síntomas depresivos y la calidad de vida de pacientes con Parkinson. En este estudio 100 pacientes de Parkinson participaron en un programa de rehabilitación durante 60 días. El programa incluyó entrenamiento motor, cognitivo, del habla y del lenguaje.
El entrenamiento motor se caracterizó por ejercicios de equilibrio, de la marcha para mejorar la movilidad. El entrenamiento cognitivo incluyó ejercicios específicos como tareas de papel y lápiz o bien en el ordenador con intención de mejorar la atención, la memoria, la velocidad psicomotriz, habilidades de cálculo, etc. Y, por otro lado, ejercicios del habla y del lenguaje para mejorar la intensidad de la voz, la lentitud de la masticación, las limitaciones para tragar, etc.
El programa de rehabilitación fue diario y mantenido durante 8 semanas y con un esquema predefinido: ejercicios motores (60 minutos), ejercicios de lenguaje (60 minutos), ejercicios cognitivos (60 minutos). La rehabilitación también incluyó una intervención grupal de psicoeducación una vez a la semana (60 minutos), centrada en la información y explicaciones sobre la enfermedad y sus posibles efectos sobre el bienestar psicológico (concienciación sobre la enfermedad, adherencia al tratamiento, detección de síntomas motores y no motores y regularidad en el estilo de vida).
Según los resultados de este estudio, los trastornos emocionales son frecuentes en los pacientes con Parkinson y éstos agravan los síntomas motores, lo que nos lleva a una mayor discapacidad y peor calidad de vida de estos pacientes.
En algunos casos, tanto la depresión como la ansiedad pueden preceder al diagnóstico de Parkinson, sin embargo, no son suficientemente reconocidos.
Los pacientes de este estudio mostraron una mejoría importante en la función motora, el equilibrio y la marcha. Además, mostraron mejoras en la atención, en rendimiento del lenguaje y especialmente en la articulación vocal, en la pronunciación y en la fonética. Los pacientes aprendieron a manejar mejor su enfermedad y mejorar las habilidades de autocuidado e independencia utilizando estrategias compensatorias. La mejoría de los síntomas se asoció con la mejora del estado de ánimo y la sensación subjetiva de bienestar y la percepción de calidad de vida.
En resumen, aunque tradicionalmente se consideraba a la enfermedad de Parkinson como un trastorno motor, cada vez más se identifica como un proceso complejo en el que, la ansiedad y la depresión son los síntomas no motores más comunes con un impacto negativo sobre la discapacidad motora y la calidad de vida de estos pacientes. Una rehabilitación multidisciplinar puede mejorar la gestión de la enfermedad de Parkinson.